Las grandes series (1997-2003)

  • En marzo, fallece su padre.

    En mayo, junto a sus compañeras de estudio y Delia Piccirili –quien ocupaba otro estudio en el mismo edificio- y con Álvarez Enjuto en el papel de comisario, organiza una exposición en el propio taller que ellas mismas promocionan y gestionan, en buena medida como acto de reivindicación frente a la “dictadura” de las galerías y el mercado del arte. La exposición tuvo buena acogida entre los compañeros y un tímido reflejo en la prensa, demostrándose que es difícil abrirse paso sin el apoyo de la maquinaria comercial. El esfuerzo, de todas formas, fue mayúsculo pues las obligó a recogerlo todo para poder transformar un espacio de trabajo en un espacio expositivo. Esta fue la primera vez que Pilar mostró sus obras en torno al retrato de la “mujer anónima”.

    Quizás como consecuencia de los contactos realizados a raíz de esta muestra “casera” y atendiendo a esa necesidad de volver a los circuitos comerciales, comienza su colaboración con la galerista mallorquina Lluc Fluxá. De su mano, en este mismo año de 1997, participa en dos colectivas: una, “Transfhorma”, con ocasión de la Feria del Calzado de Madrid, para la que realiza una obra específica aprovechando unas hormas viejas de madera para calzado; y otra en la sede de la galería en Mallorca. Después, la relación se prolongará, en 1998, en una colectiva en el Centro de Arte Saquarterna en Inca (Mallorca), y en ARCO-99.

    Comienza así una etapa en la que su participación en exposiciones colectivas es incesante. Pilar se siente en plena forma y además su obra goza de una cierta popularidad, lo que, desgraciadamente, no se traduce en un rotundo éxito comercial, asunto que siempre la va a preocupar, no tanto por razones económicas como por considerar que dicho éxito es el paso que le falta para consolidarse en el panorama artístico contemporáneo –por ser, en buena medida, un indicador “externo” al que críticos y galeristas conceden una enorme importancia-. También sufre al constatar que la profesionalidad con que se toma su trabajo no se ve recompensada con una mayor autonomía económica. Empieza a tomar conciencia de “haber llegado tarde al mercado” y a pensar que sufre una cierta discriminación por no dar el perfil más exitoso en los círculos comerciales: por no ser joven, por ser mujer y por no ser suficientemente “bohemia”, es decir, por tener una imagen de madre de familia metida a artista.

  • En febrero, expone en la galería Montalbán junto a otros dos artistas. Aunque la exposición no es propiamente una individual, el amplio espacio de la galería le permite ofrecer una muestra bastante panorámica de su producción reciente, la realizada desde la anterior exposición individual en el Círculo de Bellas Artes, especialmente la que supone una nueva fase evolutiva: las series en torno a la foto de la mujer anónima, entre ellas, “Monólogos” o “Círculos sobre tu imagen”.

    En junio, participa en el colectivo “Patio de figuras” organizado por Álvarez Enjuto en el patio cubierto de la Consejería de Cultura de la Comunidad de Madrid en la plaza de España, donde expone la obra que luego se alzará con el premio de la fundación del Fútbol Profesional: “Restaño”. En la exposición, participan hasta dieciocho artistas, entre los que destacan Ciuco Gutiérrez, Laura Torrado, Sigfrido Martín Begué, Manuel Rufo, Andrés Ángel y Guillermo Pérez Villalta.

    Y también expone en “Visiones de lo invisible”, muestra colectiva que conmemora el 10º aniversario de la empresa A.T. Kearney y celebrada en la propia sede social. Entre los once artistas participantes, se encuentran Ángel Mateo Charris y Manuel Queijido. Pilar expone sus cuatro Monólogos y sus dos obras tituladas “El peso de las ideas”.

  • Efectivamente, en este año se hace, gracias a “Restaño”, con su segundo gran premio en un certamen artístico, el otorgado, en la categoría de escultura, con ocasión del IV Certamen Cultural de la Fundación del Fútbol Profesional, ex aequo con Natividad Navalón.

    Además, en febrero, expone en ARCO, en la galería Lluc Fluxá, tanto las últimas obras de la serie sobre la mujer anónima, como las principales de la serie “El universo es cuadrado”.
  • En febrero, celebra la que será la última exposición individual de su carrera en la galería 57 (sita en la calle Columela de Madrid), muestra que luego, en junio, se trasladará íntegramente a la sala de exposiciones que el Ayuntamiento de Pamplona tiene en el Polvorín de la Ciudadela. El plato fuerte de la exposición fue la serie dedicada a “La gran guerra”, que acababa de terminar. En torno a ella, giraban otras obras como los retratos de soldados o, de nuevo, “El universo es cuadrado”. El marco del polvorín no podía ser más adecuado… Un par de años más tarde, volverá a exponer en esa sala, en una colectiva titulada “La duplicidad de la mirada”.

    En noviembre, expone de nuevo en una colectiva organizada por Álvarez Enjuto en la sala de la Comunidad de Madrid sita en la plaza de España: “Mujeres: manifiestos de una naturaleza muy sutil”. Entre las quice artistas seleccionada para la ocasión, se encuentran sus compañeras Trini Irisarri y Marisa Moral, además de Ana de Alvear, Ángeles Agrela, Ángeles Marco, Felicidad Moreno, Natividad Navalón, Paloma Navares, Delia Piccirili y Laura Torrado, entre otras. Además de exponer varias piezas de la serie sobre la Gran Guerra y las de la serie “Soldados”, recupera para la ocasión la obra que fue premiada en Alcalá diez años antes, en lo que podría considerarse un reconocimiento del decisivo papel que jugó este premio al principio de esta fructífera década.
  • Este año sufre una de las mayores decepciones de su carrera. Gracias a su amiga Teresa Pajares, quien viaja con frecuencia a la región situada en torno a Amiens, en Francia, entra en contacto con el Museo de Albert, un museo dedicado a la Primera Guerra Mundial. Albert se encuentra donde una vez estuvo la denominada Línea Maginot, el conjunto de defensas contruido por los franceses para detener el avance alemán en 1914, es decir, la zona devastada por la guerra que aparece retratada en las postales utilizadas por Pilar en la serie de la Gran Guerra. Teresa, consciente de este estrecho vínculo, había enseñado el catálogo de la exposición en la Galería 57 a los responsables del museo y éstos se habían mostrado inmediatamente interesados en exponer una obra en la que se reflexionaba de forma tan original sobre el conflicto que tan profunda huella había dejado en su región. Tras unas cuantas cartas y llamadas telefónicas, los responsables del museo y Pilar se ponen de acuerdo. El museo –una institución modesta, por otra parte- se haría cargo de los gastos del transporte y la artista, de negociar un contrato con una empresa española y de embalar las obras. Después de hablar con varias empresas, encuentra una que presenta un presupuesto que el museo puede pagar. Pilar se pone a preparar ella misma todas las cajas y embalajes para que la exposición no suponga un gran mordisco en la economía familiar. Al fin y al cabo, está acostumbrada a construir cajas para sus obras. Durante dos meses, no hace otra cosa. Las prepara con mimo, con esa paciencia artesanal que la caracteriza. Pero, cuando queda una semana para la expedición de las obras, la empresa se descuelga diciendo que se había equivocado al presupuestar y que el porte cuesta casi el doble. Los responsables del museo se sienten engañados y se niegan a pagar la diferencia. Pilar busca desesperadamente, contrarreloj, pues la inauguración ya tiene fecha, una empresa que haga el traslado por menos dinero. Además, ella y Fernando ya habían adquirido, de su propio bolsillo, sus billetes de avión. Todo es en vano. La exposición no se celebra. Las obras se quedan embaladas en el estudio. Pilar y Fernando no viajan. Y una profunda decepción se adueña de ella. Tardará un tiempo en recuperarse.

    No se puede afirmar que este suceso precipitase un empeoramiento de su salud, pero sin duda no fue de gran ayuda en un momento en que, tras trece años de la primera operación, su corazón ya no bombeaba con la misma intensidad. Aún pasarán un par de años antes de que la situación empiece a ser preocupante.

    El 17 de diciembre nace su primer nieto, Ginés, hijo de Genoveva. Luego le seguirán Henar, también hija de Genoveva, e Iván e Iria, hijos de César. A la última no la llegará a conocer.
  • Se hace socia de AVAM (Artistas Visuales Asociados de Madrid) y participa activamente en la vida de la asociación. Llega incluso a formar parte de la junta directiva.

    En marzo, expone, junto a Trini, Marisa, Delia Piccirili e Iraida Cano, en el Centro Cultural Galileo. La exposición, comisariada por Rosa Pereda, se llama “Pentálogo”, en referencia al diálogo que entablan las cinco artistas dentro de la sala a través de sus obras. Es la puesta de largo de su última serie antes de pasar a la manipulación digital de las imágenes: “No me abandones”, realizada entre 2001 y principios de 2002.