La Soledad (1983-1984): Óleos
La vuelta al óleo de Pilar Lara se corresponde con una corta serie de obras, pintadas entre 1983 y 1984 y con una personalidad muy definida. Predomina en ellas el gusto por la armonía cromática y los contornos difusos, en parte por herencia de su paso por la acuarela y en parte por ser el lenguaje más adecuado para plasmar los temas de aspecto onírico que van a caracterizar a esta breve fase de su trayectoria. Técnica y temática otorgan a estos lienzos una ascendencia simbolista.
Pilar Lara nunca puso nombre a este conjunto, ni siquiera la mayoría de las obras tiene título. Las hemos llamado “Sueños” intentando encontrar un denominador común, no tanto común a lo representado como a la inquietud que late detrás de ello: el ser humano, solo ante su propia conciencia, especialmente durante la noche, durante el sueño, enfrentado a sus pesadillas, miedos y remordimientos. El tono de estas obras es melancólico, inquietante. Por debajo de sus formas suaves, hay una corriente de desasosiego, de angustia. El enfoque no es muy diferente al que va a presidir la siguiente y más fructífera fase de esta etapa, pero sí la forma: aquí todavía existe una contención, quizás un exceso de coherencia entre lo evocado y el modo de evocarlo, frente a la personalidad desbordante y radical de las obras realizadas a partir de 1985, sólo coherente en cuanto que expresa más sinceramente las contradicciones a las que se enfrenta la artista. Esta conexión entre ambas fases se aprecia en “La llegada del día”, que ya tiene ese aura legendaria de la obra posterior, o en el beso violento de uno de los lienzos de 1984.
Varios de estos óleos comparten un mismo recurso: la presencia de un espectro que bien podría ser la concreción del espíritu del personaje retratado, que se separa de él durante el sueño, el éxtasis o ¿la muerte?. En otra obra, los espectros parecen formar un coro -¿las voces de la conciencia?- y, en otra más, de difícil interpretación, ambas figuras comparten una lectura.
Con “La llegada del día”, tras presentarlo al XI Certamen Nacional de Pintura de Talavera en 1983, finalmente obtuvo la medalla de plata de XV Certamen Nacional de Pintura de Luarca en 1984. Con “Hechizo”, logró el primer premio del II Concurso de Pintura de la galeria El Ratón (Madrid). “Ana” fue seleccionada en la VI Convocatoria de Artes Plásticas de Alicante. El tesón con que envió sus obras durante estos primeros años tras la vuelta al trabajo a todo tipo de concursos y certámenes empezaba a dar sus frutos. La obra de Pilar Lara empezaba a ser conocida y valorada en estas convocatorias de carácter nacional. Eso sin duda la animó a entregarse a la creación artística de un modo más profesional, tras los lógicos titubeos, incertidumbres e inseguridades iniciales. A partir de ese momento, se enfrascó en una de sus etapas creativas más fecundas.
