Adiós a la pintura (1989-1996)
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La operación -o, más bien, el periodo de inactividad y reflexión a que ésta le aboca- marca un giro fundamental en su trayectoria artística. Pilar entra en crisis y comienza a buscar un nuevo lenguaje. Durante unos meses de transición, abandona el expresionismo y la violencia pictórica para hacer una obra más reposada. Trabaja simultáneamente en las obras sobre lienzo de la última fase de su etapa pictórica -en las que traslada al cuadro fotografías antiguas- y en las primeras de su etapa conceptual -en las que los “assemblages” de fotos y objetos simbólicos componen creaciones en las que la pintura ha desaparecido por completo-.
Una de esas obras de transición participa en un curioso experimento en Betanzos: “Balconadas”, una exposición urbana en la que los lienzos se cuelgan sin bastidor de los balcones de las principales calles de la localidad gallega.
Se traslada, con Marisa Moral y Trinidad Irisarri, a un nuevo estudio, en la calle Pedro Heredia, un espacio industrial mucho más adecuado para la creación artística, especialmente para montar el taller que necesita para trabajar con todo tipo de materiales y construir sus obras “artesanales” de la etapa conceptual. Esta decisión se corresponde con el nuevo brío con que ha recomenzado su carrera tras la operación y forma parte de su proceso de toma de conciencia profesional (del de las tres, todas ellas mujeres que han retomado su labor tras un tiempo sacrificado en la formación de una familia). Como ella misma decía, con sus hijos “ya criados”, su dedicación al arte ya podía ser mucho mayor, aunque siempre lamentó que no pudiera ser absoluta, algo que consideraba necesario para ser vista como la auténtica profesional que sentía ser. -
En todo este proceso de acercamiento al arte conceptual, tiene una influencia enorme la asistencia a los Talleres de Arte Actual del Círculo de Bellas Artes dirigidos, este año, por Isidoro Valcárcel y, en 1992, por Ian Wallace, así como la amistad y las conversaciones mantenidas con el primero, campeón del conceptualismo en España.
Los nuevos derroteros que toma su producción artística van a encontrar un rápido reconocimiento en el mundo del arte, no sólo entre sus valedores de antaño -como Álvarez Enjuto- sino también entre galeristas y críticos. Una prueba de ese éxito inmediato es la obtención del premio Ciudad de Alcalá, otorgado por la fundación Colegio del Rey de la ciudad complutense. Al año siguiente, forma parte del jurado. Y tres años más tarde, en marzo de 1993, como parte del premio, celebra en la Capilla del Oídor de Alcalá la primera exposición individual de la obra de esta nueva etapa, integrada por una treintena de obras muy novedosas y de gran coherencia, producidas con ahínco y enorme motivación durante esos dos años. El premio supone un gran estímulo, pero también lo es la sensación de haber encontrado el medio expresivo que buscaba y en el que se siente a gusto. La exposición sorprende a todos, y resulta muy espectacular en el marco de la exposición. -
Participa en su primera exposición tras la operación, una colectiva en homenaje a la ciudad de Nueva York celebrada en el Centro Cultural Washington Irving de la embajada estadounidense en Madrid. En ella, presenta una obra de corte similar a la premiada en Alcalá: “La criba”.
Es seleccionada, junto a otros veintisiete artistas, para figurar en la edición de este año del Catálogo Nacional de Arte Contemporáneo Ibérico 2000. En él, se reproducen cuatro de sus primeras obras de la nueva etapa conceptual, tres cajas y un montaje. Otra obra es adquirida en el IX Premio de Pintura y Escultura “Daniel Vázquez Díaz” (Huelva).
Continúa su formación en materia de arte conceptual en el curso de creación de espacios sonoros y visuales celebrado en el Monasterio de Poio (Pontevedra) bajo la dirección de José Iges y Concha Jérez, quienes le servirán, al igual que Isidoro Valcárcel, como referentes en esta nueva etapa de su trayectoria artística. -
Durante estos años tras la concesión del premio, permanece concentrada en la preparación de la exposición de Alcalá y no se prodiga en apariciones públicas, si exceptuamos una colectiva celebrada en 1992 en la galería A. Isorna.
También se dedica, junto a sus hermanas, a atender a su madre, aquejada de una penosa enfermedad. Fallecerá a finales de este año. -
Participa en “40 + ó -, doce artistas españoles“, exposición colectiva inaugurada en noviembre en el Cuartel del Conde Duque y comisariada por Álvarez Enjuto y en la que participan, entre esos doce, otros artistas como Teresa Pajares, Alberto Reguera y Juan Ugalde. En ella, expone algunas de sus últimas obras de la fase que dio comienzo con el premio Ciudad de Alcalá: cajas y juegos principalmente.
Empieza, con la serie “Pajaritas”, a trabajar ya no con las fotos originales sino con copias digitales, lo que le permitirá, a partir de este momento, producir obras más conceptuales –como los juegos- y sobre todo elaborar series a partir de la misma fotografía.
Comienza a ilustrar con algunas de sus obras las portadas de algunos de los libros que publica su marido Fernando. Al margen del placer que supone para ambos converger, después de tantos años de vida en común, en su actividad creativa e intelectual, lo cierto es que Fernando encuentra significados en las obras de esta nueva etapa artística de Pilar que enlazan con las reflexiones que sobre el impacto social de las nuevas tecnologías él plantea en sus publicaciones. La primera en la que colaboran lleva significativamente el título de “El hombre y la técnica” y, en ella, aparece una foto de “Fragmentos”. Después repetirán en “Inforpistas inteligentes” (1996), en cuya portada luce “El peso de las ideas nº 1”. Y en “Desafíos sociotecnológicos del siglo XXI” (1999), preludiada por una imagen de “Metamorfosis nº 2”. Pilar también diseñó ex profeso la portada de “Meditación de la infotecnología” (2000). Otra obra suya –“Masculino-femenino”- había hecho de portada de la revista Informática y automática, dirigida por su marido, en 1992. -
En diciembre, celebra su segunda individual de la etapa conceptual, en la Sala Minerva del Círculo de Bellas Artes. En ella, presenta obras que suponen una evolución respecto a las que dio a conocer en la Capilla del Oídor, las cajas van siendo sustituidas por los juegos, como los que forman la serie “Reciclaje para la paz” (metáfora de la guerra, verdadero leitmotiv de la exposición), y por los montajes.
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Su obra es seleccionada, con muy buenas críticas, en la duodécima edición del Premio de Pintura L’Oreal. Y repetirá al año siguiente en la decimotercera edición.