Soldados
Este pequeño grupo de “soldados” forma un conjunto separado respecto de la serie “La gran guerra…” por su formato y su técnica, pero sobre todo -por “defecto”- por diferenciarse de aquella por no emplear fotografías de la contienda militar, más en concreto, de la Primera Guerra Mundial. Sin embargo, estas tres obras fueron realizadas en la misma época –sólo un año después, en 2000, y sin solución de continuidad- y con ese otro trabajo “de fondo” y como claro referente contextual, y presentadas en las mismas exposiciones como contrapunto, como creaciones complementarias y de gran impacto visual –tanto “El héroe” como “Sendero de gloria” son de gran formato- y, sobre todo, como respuesta a la necesidad de traer al primer plano la cara humana, inocente, aturdida, de la guerra, frente a la imagen colectiva e impersonal que ofrecen los paisajes devastados y desolados de “La gran guerra…”. Es más, seguramente a Pilar Lara le interesan estos tres retratos porque no muestran a los soldados “en” la guerra, sino antes, incluso mucho antes en el caso del niño de “Premonición”, cuando la guerra no es más que una entelequia y los retratados pueden aún mostrarse alegre e inconscientemente embutidos en su uniforme, quizás alentados por las promesas de gloria, cuando aún el barro, la pólvora, la sangre y la muerte no se han abatido sobre ellos convirtiendo la sonrisa en un rictus, transformando probablemente para siempre su carácter, sepultando la inocencia en el recuerdo de ese cuarto de juegos de la infancia y haciendo de ellos un simple peón en el tablero de cualquier contienda absurda, simple carne de cañón enviada al matadero, tal y como sugiere el corazón de carne picada de “El héroe”. Y gracias. Gracias porque la alternativa sería no contarlo… aunque tal vez algunos lo habrían preferido.
En estas tres obras, la artista sigue experimentando con las posibilidades de transformar la lámina fotográfica, como si de un tejido se tratase, mediante el empleo de hilos cosidos a ella. ”En “Premonición”, el niño vestido de soldadito está fotografiado sobre un fondo neutro resuelto en dos planos. Las líneas trazadas con hilo rojo –significativamente rojo- trenzado en “cadenetas” -¿a borbotones?- subrayan esos dos planos dando forma a una jaula. ¿Quiere eso decir que el niño está atrapado en su destino de soldado, como también el título de la obra viene a sugerir? ¿En su rol masculino? ¿En las convenciones de una sociedad que necesita guerras y soldados para “alimentarlas”? En “Sendero de gloria”, Pilar Lara también juega irónicamente con el fondo elegido para el retrato, un idílico paisaje fluvial que nada tiene que ver con la guerra. Sobre él, dibuja un tétrico camino negro que se pierde en el horizonte. La sombra del soldado sobre el camino es paradójica y simbólicamente roja. “No futur”.
La elección del título de esta obra tiene además una connotación añadida: “Senderos de gloria” es el título de una película muy conocida de Stanley Kubrik protagonizada por Kirk Douglas y a su vez basada en la novela homónima de Humphrey Cobb, dos de los alegatos, película y novela, más radicales en contra de la guerra jamás realizados. La guerra “retratada” en ellos es precisamente la Primera Guerra Mundial (por razones obvias no podía ser la Segunda: aunque la película está fechada en 1957, la novela es de 1935).
Por último, tanto en “El héroe” como en “Sendero…”, la artista explota al máximo las posibilidades de la transformación digital de las fotografías originales que caracteriza a esta etapa. Convierte dos pequeñas fotos de retrato en grandes lienzos de casi dos metros de altura. Sin duda “quiere tener” a los dos soldados a tamaño natural, para que interpelen al espectador desde su exacta dimensión humana, como si de un espejo se tratara. Demuestra también así estar muy atenta a las novedades de las técnicas de reproducción fotográfica que van apareciendo en el mercado. Exige escaneos de gran resolución e impresiones –por cierto, exactamente en lienzo- de gran calidad, de acuerdo con los parámetros que ella misma quiere imprimir a su obra, y más allá del coste económico que esa exigencia pueda suponer.